Aunque a veces no nos demos ni cuenta, la música nos acompaña siempre. La tenemos en todas partes, sin excepción. Desde que nos levantamos con la propia alarma… en el autobús o en el coche de fondo. Suena en la radio, en nuestros auriculares por la calle, en el cine, en funerales, conciertos… para bien o para mal siempre está. Como no podía ser de otra manera, también suena en estos días de cuarentena. Muchos han convertido sus balcones en discotecas improvisadas; otros tienen a la ducha más impresionada que nunca. Incluso algunos aprovechamos estos días para componer entre el silencio y la calma. Una forma de vida, un sentimiento, un recuerdo.
El caso es que no falla. Desde la infancia, la música juega un papel fundamental en la educación y en el desarrollo creativo, cognitivo y emocional. Ahí va un dato: para un músico, interpretar una partitura supone la activación de prácticamente todo el cerebro al mismo tiempo. Y ahora, alguno dirá ¡pero yo no soy músico ni tampoco sé tocar ningún instrumento!… sin darse cuenta de que a diario hace uso de uno del cual, además, no podemos deshacernos y que es, sin duda, muy importante y característico de cada persona. Sí: nuestra voz. Y, ¿por qué no?: cantar. Un gran recurso para evadirnos, eliminar las penas aunque sea por un rato y crear nuestra propia atmósfera. Cantando segregamos gran cantidad de endorfinas, unas hormonas que producen sensación de bienestar. Reducimos el estrés y también nos sirve como medicina emocional.
Para mi, la música, en concreto cantar, es mi mejor manera de comunicar, de expresar. Cantar para contar. Y es que se puede contar mucho cantando. La música es, por encima de todo, una necesidad. Siéntela, cuídala y disfrútala.
Emisión original: Onda Cero Navarra, 30/03/2020
Fuente: Ondacero.es